La
carabela portuguesa (Physalia physalis), también conocida como fragata
portuguesa, agua mala, botella azul o falsa medusa, es una especie monotípica
de hidrozoo sifonóforo de la familia Physaliidae. Se suele encontrar en mar
abierto en todas las aguas cálidas del planeta, en especial en las regiones
tropicales y subtropicales de los océanos Pacífico e Índico, así como en la
corriente del Golfo atlántica. Su picadura es peligrosa y muy dolorosa.
Aunque no es una medusa, la
fragata portuguesa tiene un aspecto muy similar, con un cuerpo gelatinoso con
forma de campana y largos tentáculos cargados de células urticantes, que
liberan toxinas. Sin embargo, se trata en realidad de un peligroso invertebrado
“colonial” –integrado por distintos organismos- que aunque no tiene movilidad
propia, posee tentáculos venenosos cuya acción puede causar incluso la muerte,
como se ha registrado en otros países.
Al contacto, la mayor parte
de las veces de forma accidental mientras se está en el agua, la persona siente
ardor similar a una quemadura, seguido de inflamación y enrojecimiento. En los
casos más graves, puede llegar a una reacción anafiláctica.
¿Cómo
se debe actuar?
Por
ello, ante la posibilidad de ser picado por uno de estos organismos, los
expertos entregan recomendaciones sobre cómo se debe actuar si se entra en
contacto con sus toxinas.
“Tanto para el caso de las
medusas como de la más peligrosa fragata portuguesa, ante la picadura de algún
ejemplar, que habitualmente causa dolor inmediato, lo primero que se debe hacer
es salir inmediatamente del agua”, señala el Dr. Claudio Vargas, encargado
de epidemiología del Hospital de Urgencia Asistencia Pública (HUAP, ex Posta
Central).
El profesional descarta
algunas creencias, como el uso de agua potable o de vinagre en la picadura. “La
forma más sencilla de asear la zona afectada es usando directa y solamente agua
de mar”, recalca. “No se debe usar nunca agua dulce, ya que esta produce la
liberación de las toxinas, agravando el cuadro y produciendo de inmediato
inflamación de la piel, mucho ardor y cicatrización anómala, pudiendo llegar a
causar incluso una reacción anafiláctica”, advierte.
Asimismo, explica que “es
habitual que en la zona afectada queden incrustados restos del organismo
marino, filamentos que continúan liberando toxinas. Junto con lavar el área con
agua marina estos deben retirarse, pero nunca con la mano. Lo idea es usar
guantes o un objeto como pinzas o una tarjeta plástica, como las de crédito,
para rasparlos”.
Tras la limpieza del área,
el dolor se puede manejar el dolor con compresas frías (por ejemplo hielo
envuelto en una toalla, para evitar el contacto de agua dulce, por lo señalado
antes). Las compresas calientes no se recomiendan, porque pueden aumentar la
absorción sistémica del veneno de algunas especies.
“NO OBSTANTE, LA RECOMENDACIÓN ES SIEMPRE ANTE
UNO DE ESTOS CASOS ACERCARSE A UN CENTRO ASISTENCIAL”.
0 comentarios:
Publicar un comentario