6.11.2014

El éxito de la campaña de “Chemita”




Cesar Arismendy Morales

La elección atípica  llevada cabo en La Guajira  el   pasado 1º  de junio,   en donde se escogió al gobernador  para completar el periodo institucional de gobierno 2012 -2015, se caracterizó por ser rápida, masiva y compulsiva. Rápida, ya que conocida la decisión de las autoridades nacionales  de  hacer efectiva la escogencia  de nuevo mandatario, los procesos  evolucionaron  con   gran velocidad. Masiva,  dado que el proceso electoral  está relacionado con  la participación de  numerosas personas,  grupos políticos,  sociales, culturales y étnicos   con los  cuales   se deben  acordar propósitos   y   llevar  los  mensajes  programáticos  de los candidatos para obtener  su  intención y decisión final de votar  a favor de  uno de ellos. Compulsivo, por lo   que    tomada  la  decisión  de participar en las elecciones  por parte de los actores, ese impulso ya no se puede  controlar, como dice Rubén Blades  “hay que salir volao”   en búsqueda de los votos. Es decir, mantener los  acumulados con los acuerdos políticos,   persuadir a los votantes  indecisos y  seducir a los indiferentes.

La campaña  realmente fue de  mes y medio, los resultados finales se concretaron y se informaron con prontitud   a la ciudadanía  por parte de la autoridad electoral.   A la  5:30 PM del mismo día   se   supo en todos  los  rincones del Departamento, que José María Ballesteros  Valdivieso  fue el escogido por mayoría como el nuevo  gobernador.

En un análisis desde afuera, los medio nacionales  en un permanente proceso de  homogenización  que hacen de La Guajira, han  venido sosteniendo  y divulgando que el éxito de la campaña  electoral de  “Chemita” se debió  fundamentalmente a los aportes electorales de la maquinaria del  ex mandatario Juan Francisco Gómez “Kiko” Gómez. Un análisis detallado desde  adentro, nos revelan  otras  realidades.

En primer lugar,    el “kikismo” es más un sentimiento que un grupo político y se encarna en una frustración  regional. Es la expresión  social y política de lo que llama el antropólogo  Weildler Guerra  Curvelo  el malestar  de La Guajira  frente a la nación, que  refleja   la incapacidad de los gobiernos nacionales  en los procesos  de  incorporar a  los  habitantes de esta frontera  a un imaginado ideal de nación.

En segundo lugar,  un  factor que incidió en el éxito  de la  campaña,  se focaliza  en  la forma en que se  dio la escogencia pública del candidato. No  fue a dedo.  En él hubo  un proceso de depuración de aspirantes   y de  consolidación de convicciones, que al final  aglutinó  las propuestas   de los demás,   aportándole una atractiva capacidad electoral   para  establecer acuerdos, especialmente, con los grupos y sectores políticos que no  fueron  elegidos en los recientes  comicios de cámara y senado.

En tercer lugar,   está la juventud  del candidato.  La población juvenil de La Guajira   que se encuentra en el rango  de 18 a 26 años es del  25% (216.613).   De ella, el 50,25% (108.861) son hombres y el 49,7% (107.752) son mujeres. Este sector social  se sintió convocado,  de manera masiva e independiente  los jóvenes hicieron parte de las  marchas  en Riohacha, Maicao y San Juan del Cesar. Ellos se encargaron de imprimirle las dosis de entusiasmo  y autoestima que las otras campañas no tuvieron.


En cuarto lugar, se destaca la identidad de la campaña: “Por  nuestra Guajira. Hagámoslo Juntos”. Le  permitió a la misma colectivizar las aspiraciones y las propuestas de gobierno.  Trabajar  juntos, supone consenso previo  y  sobre  todo tener una imagen deseada en común. Ello  sirvió para   constituirse de manera formal y directa en una opción ciudadana en consistencia con el partido que le dio el aval.

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